La urticaria es una alteración de la piel en la que aparecen unas lesiones características llamadas habones.

Estos son los elementos distintivos de la urticaria, de cualquier tipo, en la edad infantil. Se trata de piel enrojecida y sobreelevada cuyos elementos cambian de localización y tamaño con el paso del tiempo. Causan picor que en ocasiones puede ser intenso.

Los habones pueden acompañarse de hinchazón de algunas zonas de la piel como labios, párpados o cualquier otra, llamada angioedema. En este caso hay afectación de las capas más profundas de la piel. Se distinguen dos tipos: la aguda y la crónica.

Urticaria aguda

En este tipo los síntomas son episódicos. En pocos minutos los habones pueden aumentar de tamaño e incluso fusionarse, desapareciendo en 24 horas, sin dejar la piel lesionada y pudiendo afectar cualquier zona del cuerpo.

Las causas más frecuentes de este tipo de urticaria son la alergia alimentaria, las reacciones a fármacos, las picaduras de insecto y las infecciones que pueden ser de origen vírico, bacteriano o parasitario.

Los habones aparecen de forma inmediata (antes de las dos horas tras el contacto con el alérgeno).

En los casos de alergia alimentaria, la urticaria puede presentarse sola o formar parte de una anafilaxia, en cuyo caso la administración temprana de adrenalina es de vital importancia.

De presentarse sola la urticaria, el tratamiento de elección son los antihistamínicos orales que preferentemente deben ser de segunda generación, dada su baja tasa de efectos adversos, además de la eliminación del factor causal.

Urticaria crónica

Se define como la aparición de habones y/o angiedema a diario o casi a diario durante 6 o más semanas consecutivas. La apariencia de las lesiones no puede distinguirse de las de urticaria aguda.

Es más frecuente en adultos que en niños. Afecta la calidad de vida de los pacientes y sus familiares y puede conllevar un mal rendimiento escolar por faltas repetidas de asistencia. El 40% de los niños presentarán solo habones en el curso de la enfermedad, el 10% sólo angioedema y el 50% ambos, siendo el pronóstico mejor que en adultos.

Hay dos tipos: la espontánea y la inducible.

La espontánea aparece de forma inesperada, debido a causas desconocidas según se desprende de la historia clínica.

La inducible aparece tras un estímulo conocido como pueden ser el dermografismo sintomático, el calor, frio, presión, agua y vibración.

Según los datos publicados, es más frecuente la urticaria inducible, presente en casi el 60% de la urticaria crónica infantil.

urticaria en niños

«El frío puede ser un estímulo para la urticaria crónica inducible»

¿Cómo tratamos la urticaria crónica?

El tratamiento de la urticaria crónica se basa, también, en la administración de antihistamínicos que deben ser de segunda generación. En el caso de que no sean efectivos, puede doblarse, triplicarse y incluso cuadriplicarse la dosis, según las guías internacionales.

El siguiente paso es la administración de fármacos biológicos de administración hospitalaria por vía subcutánea y el tercero sería ciclosporina. Se acepta también el tratamiento con corticoides orales en ciclos cortos y controlados.

En los casos de urticaria aguda y crónica en la infancia, debe remitirse al paciente al pediatra alergólogo para el correcto estudio que llevará al óptimo diagnóstico y tratamiento.

 

 

 

 

Dra. Montserrat Álvaro
Hospital Sant Joan de Déu, Barcelona

 


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